Mientras trabajaba en casa un día recibo un whatsup de una antigua compañera de colegio y de infancia, Irene Lombard.
Seguro que os acordáis de ella, si pincháis aquí veréis una sesión chulísima que hicimos en un invernadero.
Pues bien, tras unos meses de aquella sesión se puso en contacto conmigo para preguntarme si me gustaría que fuera el fotógrafo de la boda de su hermano Miguel.
Ya os imagináis la ilusión que me hizo el saber que íbamos a volver a vernos y no solo eso, sino con la gran responsabilidad de inmortalizar algo tan importante como aquello.
Ya sabéis que no soy de enrollarme mucho, así que, que mejor que sigáis adelante para ver todo lo que ocurrió ese gran día.
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